Hoy se cumplen 125 años de uno de los días más tristes para nuestra república. En los campos de Placilla de Peñuelas se libró la última gran batalla ocurrida en territorio chileno. Con el triunfo de la tropas congresistas sobre las tropas balmacedistas llegaba a su fin un extenso periodo histórico conocido como la República Presidencial, durante el cual el país experimentó un gran desarrollo y comenzaba otro, la República Parlamentaria, de decadencia en comparación con el anterior, caracterizado por Presidentes débiles frente a un congreso inmovilista y ajeno a los cambios sociales y que hará crisis en 1924. Es un día triste además porque, como ocurrió en otras fechas aciagas para la república, fue la expresión del fracaso de una sociedad que no supo resolver sus conflictos.
La Batalla de Placilla

La lucha entre hermanos de la misma patria se llevó 10.000 vidas. Sólo en la triste mañana del 28 de agosto murieron en los campos de Placilla más de 3.000 chilenos. Pocos saben que luego de la batalla, las tropas del Congreso se dejaron caer ese día en Valparaíso y que las turbas asesinaron a reconocidos balmacedistas. Muchas propiedades fueron saqueadas y quemadas. Decenas escaparon de la venganza refugiándose en los barcos extranjeros surtos en la bahía. El Presidente Balmaceda, transformado por la prensa enemiga en un feroz dictador, sacrificó su vida el 18 de septiembre de 1891, justo el día en que le correspondía entregar el mando de la nación.
Curiosamente, en el antiguo cementerio parroquial de Concón es posible visitar una fosa común donde están, revueltos, los huesos de los soldados balmacedistas y congresistas que combatieron en esa triste guerra.
Han pasado 125 años. De la sangre y lágrimas derramadas ya nadie se acuerda. El dolor de las madres, viudas e hijos huérfanos no está en los libros de historia.
Pero es bueno recordar.
La historia es maestra del presente y guía del futuro.